jueves, 27 de diciembre de 2007

UN AÑO COMPLETO DE SANTOS INOCENTES


Efectivamente, fue hace un año que esperaba ancioso entrar a quiròfano y salir de allí mirando clarito y en plenitud todo lo que antes sòlo había palpado, olfateado o presentido.

Fue el 28 de diciembre de 2006 , el dìa de los Santos Inocentes, que el Dr. de Wit me regaló la opción de ver más allá de dos metros. Grandioso regalo parecía aquél, más aún si se toma en cuenta que los primeros treinta años de mi vida los pase encadenado a unos cristales.

Fueron innumerables las ocasiones que extravié los lentes, que los rompí; que por un error me puse jabón en los ojos al tratar de lubricar los lentes de contacto. Fueron muchas las anécdotas y una la conclusión: no quería ver, había muchas cosas que no quería mirar...

Y así, con nuevos ojos y grandes espectativas me ameneció el 2007: finalmente pude ver matices en los rostros, en los árboles; pude mirar las estrellas que con el paso de los años se me fueron borrando del cielo; redescubrí los colores del atardecer cuando está rejego, cuando es cielo nuevo. Todo lo bonito se engrandeció.

Pero nadie me dijo, nadie me advirtió que también vería en su justa dimensión lo que hasta ese día —28 de diciembre, día de los Santos Inocentes— no quería ver: y me tope de frente con la señora muerte que sin titubeos me arrebató a mi padre; y conocí el rostro de la hipocresía y de los cobardes que disfrazados de amigos imperecederos esperaban el momento oportuno de vilipendiarme; y miré sorprendido mi ojos resecos por la cirugía desbordarse en llanto; y miré mi podedumbre al blasfemar contra mis sagradas imágenes y mis recuerdos. Y así se me fue el año entero: mirando, viendo, redescubriéndome y redescubriendo las imágenes, los colores, las máscaras, los sabores que habiéndolos transirtado tantas veces nunca los miré.

¡Santo inocente, que pensabas que cuando se ve claro, al cien por ciento, no sólo lo positivo, lo bonito, lo agradable entra por los ojos!



miércoles, 19 de diciembre de 2007

NUESTROS DÍAS

Andantes de las palabras, de las promesas, de los rumores, somos;
Testigos de muertes vanas, de celos toscos, de rabia, temor y calma;
Pintores de mares rojos, de lunas rosas, de infiernos blancos, somos;
Actores de redundancia, de pragmatismo, de insomnio y de soledad.

Nuestros días cambian sin premura en una balsa que dice y amenaza.
Nuestros sueños viajan montados en un ave extraña que sólo salta.
No sabemos más qué somos, no sabemos más qué es el amor, la luz.
Brindamos con nuestros ojos bañados de ausencia y presencia falsa.

Contadores de historias y temores, arquitectos de violencia, somos;
Alcatraces rojos, bañados de rocío tropical y ataviados de excitación.
Usamos máscaras de sal para no tocarnos tan de cerca y poder huir,
Para creer que el planeta llamado rostro no es sombra, sino fetiche.

Nuestros días son ácidos, guerras que se congelan en la carcajada,
Neblina verdosa de miel y arena que se confunde con brisa suave,
Cantaros de agua contaminada con besos, caricias, riñas, recuerdos,
Canciones pedestres que vuelven para demostrar que estamos solos

Desquiciados en las entrañas de un pez, un ave y una flor, somos;
Manteles blancos, largos y sedosos donde falta tanto por escribir.
Pétalos de cigarrillos que se extinguen suave entre la fe y lágrimas;
Solemnes amantes, grandes actuantes, tristes hombres y arrogantes.

Nuestros días son nuestros hijos, actos fallidos no del todo planeados;
Bares, conventos, avenidas, parques, hoteles, mi casa, tu casa, el tren;
Ciudades inmensas habitadas por caras y rostros opacos que no se ven;
Caminos eternos que no llevan lejos, que siempre te guían para volver.

Escultores de puentes entre el vacío y la nada y el temor, somos;
Melodías ataviadas de luz, hijas de humano y no de la luna ni del sol;
Versos que arden por tantos colores, pero que arden ya sin vida ni fe;
Somos, aquello que no es ayer, promesa, letargo, semilla, después...

Año 2001

Ni hablar: la emoción regresa, pero los protagonistas somos otros.

REGISTRO EN DERECHOS DE AUTOR: 03-2006-062211501200-14

viernes, 7 de diciembre de 2007

SUSPIRAR

Cuando se ama, el cuerpo se apropia del mundo,
Pero es difícil vivir con el mundo al centro del cuerpo;
Entonces suspiras para que éste escape lento
Y vuelva a ser consumido por el gran amor.

Cuando se vive, el cuerpo y el mundo se aparean, nada tiene sentido,
Todo resulta ser lógico y liberador.
Entonces suspiras para sentir esa sensación de perfección y locura.

Cuando se suspira eternamente, ya no hay más absurdo.
La vida es bella, intensa, contradictoria y fugaz.
Entonces, suspiras en la eternidad vagando del centro a cada rincón del cosmos; fluyendo vía un continuo y simple suspiro.

1997

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